Lo sé, lo sé, lo sé: tus clientes nunca te ponen de los nervios. No deberían, ¿verdad? Quiero decir, como entrenadores, somos estas personas santas que no tenemos preferencias personales, tenemos toneladas de paciencia, miramos a todos con un ojo apreciativo, siempre... *Miro a mi alrededor y me pregunto de quién estoy hablando, ciertamente no de mí*
Entonces, ¿qué sucede si sucede algo muy improbable y los clientes te ponen de los nervios? ¿Cómo logramos suspender el juicio?
Esto es lo que me funciona:
- Identifica lo que me molesta en descripciones concretas: "A menudo cancela citas muy tarde. Habla muy duramente sobre sus subordinados directos. Quiere reservar las sesiones manualmente a través de 30 correos electrónicos de ida y vuelta en lugar de usar mi sistema de reservas".
- Separa la descripción de las interpretaciones: "No respeta mi tiempo. Es un arrogante *inserte su improperio favorito*. Es irrespetuoso y no se apega a las reglas”.
- Aborda las descripciones: Puedo recordarle mis políticas de cancelación, con firmeza pero de manera amistosa. Puedo compartir mi observación y pedirle su opinión. Puedo pedirle educadamente que use mi sistema de reservas. Básicamente, trátalo como trataría a cualquier otra persona.
- Reflexiona sobre las buenas razones por las que podría comportarse así: Está muy ocupado. Quiere un alto rendimiento y aún no ha logrado crear un entorno en el que esto suceda. Él no tiene experiencia con la tecnología, todavía (… ¡el poder del todavía!!!…)
- Reconocer la compasión que surge cuando reflexiono sobre las buenas razones y me doy cuenta de que puede que no tenga nada que ver conmigo
- Recordar que nos lo pasamos bien y que él progresa cuando nos encontramos
Probablemente tengas diferentes formas de hacer lo mismo: ven a una de nuestras reuniones e intercambios de coaching gratuitos y cuéntanoslo.
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